Al menos para mí, hacer canelones conlleva mucho tiempo y un gran despliegue de habilidades. Hasta ahora, las pastas precocidas nunca me convencieron. Hasta ahora.
Para empezar, son tubos. Se usan según salen del paquete, y te ahorras el enrollado siempre resbaladizo y proclive a despegarse. Pero empecemos, claro, por el relleno.
Ternera picada, cebolleta, champiñones, sal y pimienta, nuez moscada, caldo, tomate casero. Todo muy bien cortado en tamaño homogéneo, puesto a rehogar con la carne.
Rellenar los tubos requiere tiempo, pero resulta fácil. En una fuente para horno ponemos en el fondo un poco de mantequilla, tomate, y los canelones. Los mojamos con caldo y los dejamos reposar al menos un par de horas, dándoles la vuelta de tanto en tanto. El objetivo es que se humedezcan y se ablanden sin nunca llegar a romperse.
Luego toca hacer la bechamel (eso ya sabéis cómo), o si preferís una ya hecha, al gusto, ponerla recubriendo bien los canelones. Espolvorear un poco de pimienta, el queso rallado, y hornear hasta que se haya dorado al gusto.
Imágenes propias, bajo la misma licencia que el blog.