Son extrañas las hebras que se entrecruzan en nuestras vidas en ocasiones nos llevan a historias que merece la pena contar. Me encanta recorrer el laberinto a veces a oscuras otras acompañada del hilo.
En esta ocasión me ha llevado a un castillo en Oviedo en un salón del medievo donde Jimena Diaz, María Teresa León y yo misma hablamos.
Huyendo de los calores de Granada estamos en Oviedo, la imaginación hace mucho y prefiero estar a 21 grados por lo menos por un rato.
Dos mujeres de valor, de historia y con las que es un placer charlar. Distanciadas en el tiempo más de 800 años pero con vidas que dan para mucho. Teresa escribió sobre Jimena una novela histórica que debo confesar no he leído. Su titulo "Doña Jimena Diaz de Vivar Gran señora de todo los deberes"
La señora de Valencia nos mira mientras ojea el libro, parece interesada mientras yo las observo. Jimena un nombre que ahora llevan muchas niñas y cuyo peso solo ella sabe. Destierros, pérdida de tu marido y tu hijo, siempre señora de tus vasallos, y después como guardiana de la memoria, del poder del legado de un hombre que fue leyenda y mito gracias a ella. Traicionada por todos.
Ambas sonríen mientras le pregunta a Teresa como pudo hacerla coja en su novela.
Que puedo contar de Teresa León la eterna olvidada hasta por ella misma, escribir sobre Jimena y su marido fue algo que vino solo, su tía María Goyri casada con Menéndez Pidal que era un experto en el Cid. Rebelde y siempre a contracorriente, amante de la cultura, de la lectura y de Alberti. El divorcio de su marido cuando era impensable. El exilio, el destierro como su interlocutora. Escribió para ella y para el mundo, teatro, novela, guiones, cuentos.
Ambas son cultas, fuertes, fueron felices en algún momento y la historia las recuerda. También hay algo que las une y que muchas mujeres sufrieron, sufren o sufrirán, que es fácil de entender con la frase.
Detrás de un gran hombre hay una gran mujer: que sus logros se los apropiaran de alguna manera sus maridos, amantes, hermanos, amigos.
Me siento, hablo con ellas las entiendo, el amor esa droga que nos hicieron creer que era lo que movía nuestros mundos. El deber de la infelicidad de ser solo instrumento o vehículo para el éxito de otros.
Ese es el destino de muchas mujeres su éxito rebelarse ante ello.
Por eso las admiro y hoy en esta tarde calurosa de Julio les rindo mi homenaje.
Imágenes Wikipedia.
