En Granada todo es posible, y más en una noche de jueves a los pies de la Alhambra en el marco incomparable del Mirador de Morayma
Tengo que confesar que hasta ahora nunca había asistido a un espectáculo de flamenco, ni de cante ni de baile, y llevando más de quince años aquí tiene un poquillo de delito. Sin duda fue por la puerta grande ya que junto a compañeras del curro asistimos al espectáculo de María Cortés "La Granaína" una pedazo de artista que está a la altura de la ciudad.
Un escenario en un pequeño salón al calor del fuego y en la intimidad entre amigos, fue el marco idóneo para lo que vivimos. María y Alejandro tienen una complicidad enorme, y eso se ve y se siente desde el primer momento, algo esencial para su arte. Ambos nos hicieron viajar a través de canciones, de bailes, esencia del flamenco.
Entre los sones de la Granada Mora y los quebrantos de los gitanos que supieron convertir su pena, su dolor y miseria en catarsis disfrutamos ahora de un patrimonio inmaterial de la humanidad.
Pero todo esto son palabras, y lo que realmente remueve es ver cantar por soleares, y bailar a María, y Alejandro acompañándola sacando lo mejor de su guitarra.
Fue un viaje en espacio y el tiempo, hasta el tan nombrado Boabdil nos visitó curioso al escuchar entre la música y la voz de nuestra anfitriona sonidos familiares de tiempos mejores.
Y con el pellizco en el estómago, con lo sentimientos a flor de piel, después de una primera parte dedicada al flamenco, pudimos disfrutar de la María más intima: sus trabajos, sus viajes, sus experiencias, sus canciones que cuentan lo que ella es. Milongas, boleros, un tango versionado como el sueño cumplido de regresar a su tierra. Granada. Si sentís curiosidad, podéis escucharlos en su Instagram.
Agradeciendo a María y Alejandro su invitación y esperando verlos de nuevo muy pronto. Les deseamos lo mejor.
Imágenes propias excepto la de la Alhambra, cortesía de Teresa.
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