En estos últimos tiempos de forma directa o indirecta he
estado en estos lugares de transito de historias individuales y grupales
similares y diferentes.
He sido protagonista de la incertidumbre, del miedo, de la
espera en la antesala del paraíso o el infierno dependiendo de lo que espere al
otro lado de la puerta.
No es un mal lugar para hacer un estudio de esta sociedad nuestra,
quizá podamos pensar en las urgencias pero en esos lugares las cosas trascurren
a otro ritmo y en otra dirección.
Pasillos y salas de linóleo, algunas inmensas, otras minúsculas,
unas con ventanas y otras escondidas en semisótanos olvidados por la mayoría de
los mortales, transitados por unos pocos
que sueñan con volver a vivir la siguiente primavera.
A primeras horas la gente se resiste a llegar, los asientos están
semiocupados, los trabajadores llegan con sus vidas y sus uniformes, vistiéndose
de profesionales, dejando en la medida de lo posible sus planes para dentro de
un rato.
Hay grandes personas en estos mundos, que se desviven por los
pacientes haciendo que su estancia en un servicio sea mejor sin pedir nada a
cambio.
También hay grandes pacientes que aunque tengan la pata
colgando o más problemas que muchos lo primero es una palabra amable y un buenos
días.
Nadie hemos nacido sabiendo, y seguro que a todos nos ha
tocado algún aprendiz, la broma es: sí, sí tiene que aprender pero que sea en
barba ajena.
Son lugares idóneos para aquellos que apelan a la caridad de
los que son más vulnerables o están más indefensos. No juzgo ya, que nunca se
sabe si no seremos nosotros los que tengamos que hacer un estudio de mercado
antes de vender los pañuelos, o de pedir para poder comer.
Se miran relojes, pantallas, se charla de cualquier cosa que
haga por unos momentos olvidar cual es el motivo de la visita. Se entablan
conversaciones de cinco minutos, o de siglos si las visitas son bastante frecuentes.
Más o menos todos somos igual de vulnerables estemos solos o
acompañados, las miradas se pierden, otras se buscan. La gente se impacienta ya que
uno sabe cuándo entra allí pero no cuando saldrá.
Los hay primerizos, los hay que han estado tanto que ya
calientan banquillo y saben todos los trucos: hasta les dan puntos para una cubertería.
Hay algo que si he aprendido cuando estoy en esos lugares, a
ser amable y a la vez firme, he estado en los dos lados en el de paciente y en
el de profesional y para nadie es fácil.
Unos por que acuden
con miedo, incertidumbre sin saber. Los
otros por que a diario durante su jornada ven decenas de historias, de vidas,
de miradas que volverán.
Posiblemente como pacientes conozcamos a nuestro médico de
cabecera o especialista, pero ellos no siempre saben quiénes somos: un
historial y datos escritos en la última visita.
Que dios os guarde la salud, si os toca estar en una sala de
espera. Mucha paciencia, y suerte.
Fuente de imagen: Wikipedia, wikimedia commons. User: and Author Giftapper.
Tan real como duro. Espero que no se trate de algo personal o familiar y, si lo es, que sea leve.
ResponderEliminarLa vida es así pues si era cosa de casa, gracias Juan Marcos esperamos que así sea. Buena semana.
EliminarQué verdad es.
ResponderEliminarGracias Ari por el comentario, buena semana.
EliminarA mí me ponen muy nervioso las salas de espera. Que no sea nada, Leonor.
ResponderEliminarGracias Antón creo que normalmente no son lugares para echarse una siesta aunque hay quien duerme hasta en una piedra, gracias son cosas ya de cotidiano, la cosa es cuando las noticias no son tan buenas como uno espera. buena semana.
EliminarQue cierta es esa reflexión Leonor. Y a todos o casi todos nos ha pasado alguna vez. Mucho animo.
ResponderEliminarGracias Presentación y muy buena jornada para ti.
EliminarExcelente relato, de lo cotidiano que nos saca de quicio. También yo espero y deseo que (lo que quiera que suceda) sea leve.
ResponderEliminarYo he aprendido Fearn Fall a escribir sobre aquello que no me gusta o es bastante rutinario acabo sacandole partido. Os agradezco los buenos deseos a todos, en si no es nada que no tenga solución pero al ser un problema que se extiende en el tiempo es molesto y quiera la providencia que se quede la cosa como esta por mucho tiempo. un saludo y gracias.
EliminarMe impresiona mucho.
ResponderEliminarYo a veces pienso en la gente que vive en una sala de espera, los hay hasta niños y al final lo que nosotros visitamos de tarde en tarde para esta gente se convierte en su segunda casa y hasta se hacen amistades ademas duraderas ya que nacen de situaciones complicadas y no siempre buenas. un saludo Ana es un placer leerte y verte por aquí.
EliminarQué verdad es.
ResponderEliminarGracias Encina, ojala descubramos mundos nuevos y amistades pero las menos veces posibles en estos lugares. hasta otro ratito.
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