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lunes, 28 de abril de 2014

Gritos.


Muchas veces escuchamos las noticias en la radio, las vemos en la televisión o las leemos en prensa, y en internet, y a pares o por decenas hablan de la violencia contra seres humanos, sea cual sea su género, edad, condición social: da lo mismo.

Lo que nos muestran  esas imágenes, voces, o palabras es que nadie  sabe nada, y que no había nada fuera de lo normal. No voy a poner en entredicho esas palabras ya que dicen las escrituras, y si no  lo digo yo, que es mejor no juzgar.

Por circunstancias de la vida, una maleta en la puerta y nuevos horizontes que descubrir he vivido en varios lugares, pueblos  pequeños y ciudades, barrios pequeños y tranquilos y otros más grandes.

Zonas deprimidas unas, menos abandonadas otras de la mano de Dios. En todas me he encontrado un nexo común: los gritos.

Muy lejos quedan los cuentos de hadas y las ficciones en las que vivimos sumergidos, de color de rosa y algodón, que quieren que  creamos.

Tormentas de gritos e insultos que duran horas y horas en el silencio de un edificio de varias  alturas, por la mañana, en la madrugada, a la hora de la siesta; entre cónyuges que pasados unos días en una apoteósica descarga de adrenalina de juerga, se juraran amor eterno, y tras unos momentos volverán a tirarse los trastos a la cabeza.

Criaturas que son demasiado pequeñas para  entender la vorágine en  que están sumergidas sus vidas, y lloran y piden atención recibiendo como premio improperios, y más gritos.
Conductas aprendidas que se repiten desde el principio de los tiempos, en el que hasta que no tienes a alguien que poder maltratar no eres nadie.

Violencia que se esconde detrás de las puertas,  que nunca saldrá de ellas, pobre de aquel que se atreva a intentar ponerle remedio: tan sólo recibirá una muralla de indiferencia, o se verá expulsado por el torbellino de la ira de muchos.

Peleas en la calle buscando a la presa en la euforia de la noche, descargando todo lo que sufren fuera de los límites de sus mundos: alguien tiene la culpa,  alguien pagará por ello.
Los pobres locos que no se meten con nadie y se pelean con todos  claman su desgracia, su historia, y curiosamente son los que más verdades dicen: ya sobrepasaron el límite y sus gritos son como los de la sibila, aúllan verdades y nadie quiere escucharlos.

Pueden ustedes pensar, que es un sueño o una pesadilla, pero lastimosamente, sigue existiendo esa España negra, tan diferente, tan traicionera.

Cuanto más pequeños son los lugares en los que se vive más se sabe, y menos. Seguro que algunos de ustedes saben a qué me refiero.
Quizá todo lo dicho hasta ahora ha marcado mi vida y me ha enseñado a pensar más, y meditar antes de dejarme llevar por el torbellino de emociones que en la mayoría de los casos  llevan al daño y a esa parte oscura que  todos tenemos.

Los gritos no son malos, malo es el uso que se da de ellos, hay quien grita de alegría o de dolor en un momento dado y necesita liberarse de algo que le quema por dentro.

A mí me han dicho siempre: vete a un sitio en el que no molestes, da tres o cuatro voces, patalea y verás cómo te sientes mejor.  Sin duda alguna es mano de santo.


Por eso os animo a meditar antes de dar uno de esos gritos que pueda llevaros por un camino del que a veces no es tan fácil salir.

Fuente imagen: wikipedia, wikimedia commons: autor: urcomunicacion 

18 comentarios:

  1. Respuestas
    1. lo bbonito seria que solo fuera una ficción y no tan real, un saludo Presentación

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  2. Tienes toda la dura razón, Leonor.

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    1. Gracias Len aunque la verdad me gustaria tener un poquito menos de razón y que las cosas fueran de otra manera.

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  3. Qué verdad tan cotidiana y tan desagradable.

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    1. Mucho y que tanto daño hace un saludo y buen finde.

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  4. Y verdad, cada vez menos educacion y mas peleas y gritos.

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    1. Pues si Anton es una lastima que la gente se deje llevar mas por los impulsos y las malas maneras. .Buena semana.

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  5. Perdiendo educación y respeto se pierde todo.Me he identificado con lo que relatas, Leonor.

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    1. Confiemos en que la gente recapacite y que esto sea menos pan de cada dia, un saludo Ari.

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  6. una verdad de cada dia en muchos lugares. un saludo Chelo.

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    1. Es reconfortante ver que hay gente que ve las cosas de manera similar y que esto no se ha convertido del todo en un mundo de locos. un saludo.

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