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domingo, 15 de junio de 2014

Sabores del mundo: cerveza Sapporo.





La cervecera fue fundada en 1876 con el nombre de Kaitakushi en la ciudad de Sapporo, isla de Hokkaido, (Japón). En los primeros años del siglo XX se unió a sus dos competidoras para formar un gran grupo que controló el mercado japonés hasta la Segunda Guerra Mundial. La que se consume en Europa procede de Canadá. Sapporo compró una cervecera local para introducirse en el mercado de América del Norte, en donde gustan especialmente las cervezas frescas y ligeras. Por si alguien tiene ocasión de viajar a Japón y visitar Hokkaido, la destilería original de siglo XIX todavía existe. Hoy es un museo que incluye catas de sus productos y la posibilidad de comprarlos allí mismo.

Algunos supermercados incluyen en sus campañas de marketing dedicar ‘Festivales’ o secciones a países que suelen resultarnos exóticos. Lidl dedicó hace poco uno a Extremo Oriente, en general, con Japón como protagonista. Allí estaban las famosas latas plateadas tamaño respetable de Sapporo. Como curiosidad, son las latas más duras que he visto nunca. No vale lo de abollarlas con un dedo o aplastarlas con la mano una vez vacías sin hacer esfuerzo. Cada lata contiene 630 cl. Buena cantidad para compartirla. La graduación alcohólica es del 5%, lo usual en las latas. Es una rubia clarita, con poca espuma, muy refrescante, ligeramente ácida y amarga (contiene arroz entre los ingredientes cereales). Adecuada para el verano. Lamentablemente, ni Sapporo ni Lidl me dan comisión por la entrada, ya podían estirarse. La lata costaba dos euros. Si se comparte sale a euro por persona (y casi casi es un tercio, así que sale barata). Y si alguien se la bebe entera, tampoco es un disparate económico. Se recomienda tener un baño cerca, resulta –digamos- muy diurética.

Si os apetece probar, disfrutadlo.


Imagen: wikimedia commons. Autor, Brotzg.

martes, 10 de junio de 2014

No eres capaz.




Esa frase ha desaparecido del vocabulario en nuestro hogar, y todas aquellas que significan algo parecido. Muchas veces la hemos escuchado.  Quien no  la haya oído  puede considerarse afortunado de no tener un gran lastre tanto en la mochila que llevamos a nuestras espaldas, como  en nuestro mundo interior.

Cuando comenzamos el colegio entramos en un mundo de aprendizaje, en el que se nos enseña y evalúa a través de unos estándares y directrices. Si estás por encima o por debajo de ellos ya no formas parte de lo normal y ahí empiezan los problemas.

Todos  somos capaces de hacer mucho, el problema es el tiempo que necesitamos,  la constancia, y el esfuerzo  más en unas cosas que en otras. En otros países los planes de estudio se dirigen más a cada alumno y a sus capacidades, es más productivo y enriquecedor. Hay  frases que no se si ahora se oirán tanto pero sí antes : no sirves, no sabes hacerlo, y otro largo etcétera de frases y otro tipo de acciones que lo único que hacen es desmotivar y traumatizar a los escolares.

En la vida en familia sucede otro tanto desde que se es capaz de entender lo que sucede alrededor. No hay tiempo para nada, ni para educarnos y educar, en muchos casos no se permite que se cometan errores, que sean libres de explorar sus propias capacidades.

Quita… que no sabes hacerlo, deja lo hago yo… mira que eres lento… son estándares que utilizamos con parejas, hijos, familiares y amigos. Fomentando de nuevo la rapidez y el bienestar ficticio a costa de la libertad de los  demás.

Todo esto se ve enriquecido con la tipificación de las personas y la costumbre de encasillarlas y ponerles etiquetas vemos a alguien y enseguida ya por inercia lo tenemos que poner en algún grupo, nos da miedo lo nuevo y aquello que no podemos identificar.

Podemos hacer muchas cosas, somos capaces, y darse cuenta es la mejor de las sensaciones.  Vencer todas las trabas y miedos es el mejor de los premios.
Uno se siente libre, sin cadenas ni lastres, algunos tan viejos como el propio mundo que hasta a veces saltan generaciones. Pueden ser prohibiciones, como siglos atrás no se les permitía a ciertos grupos de personas ejercer determinados oficios.

Aquellas leyes orales acababan siendo modos de vida tan férreos que quienes no las cumplían terminaban perdiendo la vida o peor aún para muchos:  el destierro y dejar de formar parte de un grupo, que era lo mismo que morir.
Somos animales sociales, de eso no hay duda pero no tenemos que prescindir de nuestra libertad de obrar, de practicar y de imaginar y  de soñar  que somos capaces de lograr.

A mucha gente del común y a otros que alcanzaron las mieles de la inmortalidad alguna vez en su vida les dijeron que no serían capaces de algo. Se negaron, y alcanzaron aquello que tanto deseaban y demostraron que si es posible.

Pensad  que es aquello que os dijeron que nunca seríais  capaces de hacer… andar en bici… pintar, ser un gran concertista, hacer el camino de Santiago, comerte de una sentada 200 croquetas…


Todo es posible…  sólo hay que hacerlo.

Fuente de la imagen propia, bajo la misma licencia que el Blog.


lunes, 2 de junio de 2014

Bizcocho con lo que haya.






Ya dije que yo no soy repostero, pero de pinche de repostería me apaño. Necesitamos lo que veis: tres huevos, harina, levadura, un yogur, frutos secos y (en este caso) un paquete de "Lacasitos",  y azúcar (moreno). Conservad el vaso del yogur, es la 'medida'. Y el queso mascarpone es opcional. Le aporta un toque cremoso y suave, pero si no está en oferta, no os gusta o no hay, no pasa nada.



A la faena.  Se baten los huevos, muy bien batidos...




Y se incorporan los demás ingredientes: el yogur, media medida de azúcar, dos de harina, una cucharada de levadura y los lacasitos, frutos secos, media medida de mascarpone (si lo empleáis)...a seguir batiendo todo, para que quede así:




De paso, como veis ahí, el molde se enharina para que no se pegue el bizcocho. La masa se vierte en el molde y se lleva al horno, precalentado a 200 º C. Se deja hornear unos 35  minutos a 150º.
Y luego se saca, se deja reposar y enfriar...




Una vez frío ya podéis desmoldarlo. Y comerlo, claro. Buen provecho.




Imágenes propias, bajo la misma licencia del blog.