Carnicero de barrio y de confianza, dos cincuenta (euros) de puntas de costilla de cerdo. Se ponen a marinar en una fuente de barro con sal, pimienta, miel, romero, cúrcuma y una cerveza, preferiblemente tostada.
Una vez han reposado, se escurren y se colocan en una sartén frotada con un diente de ajo crudo.
Según van tostándose en su jugo, se añade poco a poco el resto de la marinada: como podéis ver, queda casi caramelizado.
Con un tomate en trozos, que aproveche. Y como siempre hay quienes comen más, unas patatas fritas en gajos estarían bien para 'hacer crecer' la comida sin irse del presupuesto previsto.
Imágenes propias, bajo la misma licencia que el blog.
Tienen una pinta estupenda. Tendré que probarlas.
ResponderEliminarBesos
Es sencillo, barato y muy fácil. Anímate.
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