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miércoles, 19 de febrero de 2014

Piedras en el camino.



Hoy ha sido uno de esos días que se  desea que  terminen. No te levantas ni con el pie derecho, ni con el izquierdo: simplemente no te levantas. Sigues durmiendo  eso es lo que nos gustaría.

Predispuestos y con la pregunta ya en mente:  ¿Qué será hoy?  Preparados para afrontar el mosqueo mañanero, o el de después de comer, o quizá el nocturno.

Lo que al inicio  de la semana son chinitas en el zapato, con el paso de los días  acaban siendo piedras que arrastramos tras  nosotros: sólo nos causan sufrimiento.

Nosotros mismos, pareja, familia, amigos, trabajo y otras actividades ocupan nuestro tiempo,   todas ellas tienen mayor o menor prioridad según nuestro criterio.

Esas piedras que nos encontramos en el camino que vemos a diario son unas pocas, y casi siempre más que obstaculizarnos nos recuerdan que estamos vivos.

Los lastres son las cargas que llevamos a nuestras espaldas, esas piedras que soportamos durante mucho tiempo  en ocasiones sin darnos cuenta.  Por eso no está mal, de vez en cuando, detenernos y soltar esa carga. Hacer balance e ir desechando todas aquellas que no son nuestras,  todo aquello que realmente no merece la pena.

Buen consejo es el que sigue el caminante, que cuando acaba una jornada se quita su calzado y deja el bastón en reposo, esperando hasta la mañana  siguiente.

Así que siguiendo un buen consejo, voy a dejar mi mochila hasta que amanezca para  seguir vaciándola. Ahora a descansar, que  queda mucho todavía por caminar.

Fuente de la imagen: Propia, bajo la misma licencia del Blog. 


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