La receta es lenta, porque requiere un día de marinado previo. A cambio, parte de la marinada y de la salsa pueden congelarse perfectamente y servir para otro pollo, o para cualquier carne que deseemos hacer una semana, dos, o aún más tarde.
Ponemos el pollo (en este caso) en un recipiente hondo, mejor de barro o loza. Metales, no. Lo salpimentamos, y le añadimos una hoja de laurel, el zumo de un par de limones, vino blanco seco, y una mezcla de fruta y verdura picada: zahanoria, puerro, cebolla, ajo, mango, uvas, manzana ácida. Las especias dependen del gusto personal y del "toque" que se desee darle. Desde lo fresco (menta, hierbabuena) hasta lo agridulce, lo "moruno" o lo oriental. Imaginación libre.
Hay que darle la vuelta tres o cuatro veces. O más. Al día siguiente se pone el pollo a asar en el horno, recuperando antes la marinada para colarla y congelar. Calentamos mientras las verduras y frutas. Las pasamos por la batidora y, de nuevo, reservamos la mitad de la salsa obtenida para congelarla.
El resultado ya lo veis. Pollo asado con salsa espesa. A disfrutarlo.
Imagen propia, bajo la misma licencia que el blog.
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