Supongamos que en su temporada, la pasada primavera, comisteis cerezas. Si no guardasteis los rabos, vale acordarse para la siguiente.
Es muy fácil. En vez de tirar los rabitos de las cerezas los ponéis a secar sobre papel (de periódico, o reciclado, incluso vale sobre algún paño limpio y viejo de esos que se emplean para limpiezas). El caso es que se sequen y pierdan toda la humedad. Luego, ya secos del todo, los metéis en un frasco de vidrio que tape bien.
Sus propiedades diuréticas son conocidas desde hace siglos, puesto que contienen sales de potasio que, a su vez, ayudan en casos moderados de hipertensión arterial. También son coadyuvantes efectivos en cistitis, y en la disolución de cálculos biliares o renales de pequeño tamaño.
Su contenido en salicilatos aporta propiedades febrífugas, antigripales, analgésicas y antirreumáticas.
Se consumen en infusión, bien solos o mezclados con menta, hierbabuena o manzanilla.
Para saber más:
Imagen: Miami U. Libraries - Digital Collections bajo la misma licencia de la página.
Lo tendré en cuenta. Gracias por la información.
ResponderEliminarBesos
No hay de qué, para eso estamos.
Eliminar¡Anda, qué curioso! Que conste que por aquí hay muchos cerezos: estamos emparedados entre los de la Sierra de Francia y los del Valle del Jeete, al margen de los de Hervás.
ResponderEliminarUn saludo
Pues ya sabes, Carmen: a guardar los rabillos y a probarlo. Un abrazo.
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